jueves, 21 de octubre de 2010

Declaración: Ante el asesinato de Mariano Ferreyra

El asesinato del compañero Mariano Ferreyra, militante de la FUBA y del Partido Obrero y la emboscada al grupo de compañeros que lo acompañaban, con las consecuencias de más heridos de bala, es el resultado final de la creciente impunidad con la cual la burocracia sindical de la CGT Argentina continúa actuando sobre el movimiento obrero. Al mismo tiempo, la convivencia política del Gobierno Nacional con sus dirigentes es un hecho político indiscutible.

Que hoy su Secretario General, Hugo Moyano, salga a repudiar el hecho no modifica esta valoración, ni el hecho de que el gobierno kirchnerista es un aliado fundamental del principal dirigente de la CGT que viene de demostrar sus fuerzas en un acto conjunto con la Presidenta. Al mismo tiempo, no es concebible que José Pedraza, que en esos momentos estaba siendo parte de un acto en compañía de funcionarios del Gobierno Nacional, no haya estado al tanto de los acontecimientos.

El repudio de los representantes políticos de los empresarios y de la oposición gorila, tampoco puede ocultar que son las mismas empresas y sus empresarios quienes muchas veces los tienen como socios o como fuerza de choque patronal contra el accionar independiente de los trabajadores.

La tercerización de los servicios y la flexibilidad laboral de los trabajadores tercerizados (que es la causa legítima por la que luchan los trabajadores atacados) es una política impulsada y defendida por estos empresarios y sus representantes políticos con acuerdo sindical de la CGT, cuyos dirigentes son muchas veces las verdaderas patronales de estas empresas mercerizadas a las que disfrazan de cooperativas.

Por lo tanto, el Gobierno Nacional no sólo debe garantizar que la investigación encuentre y condene a los autores directos y a los instigadores del crimen, sino que debe hacerse cargo de las gravísimas consecuencias de tener por aliados a este tipo de sindicalismo mafioso, al que sube a cuanto pacto oficial se les ocurra subir, mientras que el Ministerio de Trabajo respalda y convalida cuanta decisión arbitraria, o abiertamente ilegal, tomen los integrantes de las conducciones sindicales de la CGT.

Desde la Corriente Político Sindical "Rompiendo Cadenas" exigimos la identificación y condena ejemplar de los asesinos y sus mandantes. Pero además exigimos que cese la cobertura del Ministerio de Trabajo y del Gobierno Nacional al accionar antidemocrático, totalitario e ilegal de la burocracia mafiosa de la CGT.

Al mismo tiempo, la primera medida que el Ministerio de Trabajo debería tomar para aportar a una profunda democratización del Movimiento Obrero es el inmediato reconocimiento de todos los sindicatos simplemente inscriptos por los trabajadores que así lo solicitaran.

La decisión de cómo coordinarnos nuestras organizaciones o en qué central sindical organizarnos, o sobre las características o definiciones políticas de cada organización obrera, son decisiones que deben estar en las manos de todas las organizaciones de trabajadores, sin imposiciones ni condicionantes de ninguna naturaleza por parte del Estado o de los Gobiernos de turno.

La total democratización de los sindicatos, y su recuperación para una organización sindical que consulte y respete la voluntad de los afiliados conformándose como una real representación de los intereses del conjunto de los trabajadores, es la única garantía definitiva para que hechos de esta naturaleza no se repitan.


Adherimos y convocamos a la marcha desde la Plaza de los dos Congresos a Plaza de Mayo a partir de las 17 hs, para exigir castigo a los asesinos de Mariano Ferreyra.

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miércoles, 20 de octubre de 2010

Declaración: Ante las elecciones en la CTA

Las elecciones de la CTA se han convertido en un significativo hecho de la escena política nacional; no por el hecho progresivo que aparentemente podría significar una elección directa de autoridades, frente al carácter verticalista, burocrático y "pejotista" de la CGT; sino por la virulencia de los ataques cruzados en la campaña electoral, los enfrentamientos internos, las maniobras y tergiversaciones, la escasa participación, y por último, las acusaciones cruzadas de maniobras fraudulentas de una y otra lista. Todos estos elementos pusieron en tela de juicio la legitimidad de la próxima conducción, cualquiera sea ésta, y dejaron a la Central al borde de la ruptura.


Más allá de si se concreta o no la división, nada volverá a ser igual. En los hechos, la CTA aparece fracturada. Resta saber cómo impactará esto en el activismo que militó por alguno de los sectores en pugna, así como en el conjunto de los trabajadores afiliados.

Pero la crisis que atraviesa la Central no es nueva, hubo ya un largo recorrido desde la ya mítica reunión de Burzaco y de haber encabezado las resistencias al neoliberalismo en los primeros años de la década de los ’90; como decíamos en el documento que hicimos público antes las elecciones, “Hay responsabilidades ineludibles en esa dirigencia, que puso a la CTA a remolque de distintas políticas y gobiernos patronales, como el de la Alianza, y se guardó en la rebelión de diciembre de 2001. Esta crisis pone en veredas enfrentadas a dos sectores que expresan concepciones parecidas de la construcción sindical, aunque hoy se dividan por una caracterización diferente respecto al rol del Gobierno kirchnerista y sus aliados”.

En los papeles, las cuestiones en debate estuvieron centradas respecto al grado de autonomía de la Central en relación al Estado y al Gobierno y por otro al carácter de central construir, por un lado pareciera plantearse una central sindical que se afirme en los sindicatos y el otro se plantea una central de nuevo tipo, de composición más heterogénea donde cumplirían un rol más importantes los movimientos territoriales y culturales. Pero en la práctica, estos importantes debates, terminaron en la pobre discusión de si se está a favor o en contra del Gobierno, favoreciendo así la estrategia polarizadora de las clases dominantes, entre el kirchnerismo y la oposición parlamentaria y mediática.

Pero lo que también salta a la vista es que la discusión central no solo es ideológica, acerca de cómo se posiciona la Central frente al Gobierno, sino también lo que materialmente representa el control de un poderoso aparato sindical con sus respectivos vicios burocráticos, que eligió 16800 puestos en todo el país, entre directivos, congresales tanto seccionales como nacionales que corresponden a un inflado y promocionado padrón de 1.413.000 afiliados, pero el bajo nivel de participación indica que por cada puesto en disputa votaron en promedio menos de 20 afiliados, lo que pone en debate cuál es la representatividad real de la CTA y el tamaño de semejante aparato.

Estas elecciones están cerrando un período caracterizado tanto por el esfuerzo de construcción de casi dos décadas como por la pérdida de rumbo de los últimos años y han tirado por la borda la legitimidad construida en muchos trabajadores que no pertenecían a la Central. La posibilidad de la fractura y el aumento de la fragmentación no hacen más que aumentar las dificultades de todos los que apostamos a la reconstrucción y reorganización de la clase trabajadora sobre nuevas bases.

En los meses previos a las elecciones de la CTA, distintos agrupamientos, delegados/as y militantes sindicales que coincidimos en general en una forma de construcción democrática, en los posicionamientos ante la coyuntura política y en un horizonte de cambio social profundo, nos pronunciamos “por una CTA capaz de sumar a un proyecto colectivo emancipador, una CTA que impulse activamente las profundas transformaciones sociales necesarias, una CTA que asuma las mejores tradiciones de lucha para evitar que los poderosos nos impongan su salida a la crisis capitalista con el saqueo de los bienes de la naturaleza, la guerra o el ajuste económico.”

En estas reuniones evaluamos la posibilidad de presentar una lista alternativa a lo que ya se preveía, sería una polarización entre los dos sectores en que se dividió la conducción “histórica” de la Central. Finalmente, se evaluó que ante la situación de extrema polarización, la diversidad de realidades de cada región y la fragmentación a nivel nacional, no había condiciones para construir una lista representativa, integrada por conducciones democráticas y por distintas construcciones de base. Pero acordamos que una tarea central de la etapa tiene que ser justamente avanzar en mayores niveles de unidad y organización, con debates y posicionándonos en conjunto, en el camino de impulsar un nuevo espacio, que reúna a muchas compañeras y compañeros que, en todo el país, luchamos por un sindicalismo democrático, de clase, y basado en los intereses de las mayorías populares.

Con el objetivo de continuar esa necesaria reflexión y reiterando lo expresado en la declaración previa a las elecciones de CTA, hacemos este nuevo llamamiento para seguir construyendo una unidad vital. Necesitamos que nuestras construcciones no queden aisladas en el localismo, y puedan proyectar, en el mediano plazo, una alternativa a nivel nacional.

“En este sentido, proponemos un debate sobre los cambios que necesitamos para desplegar una práctica política y sindical distinta. Cambios que expresen las ideas que animan nuestra militancia, tales como la apertura de espacios amplios de discusión sobre las problemáticas laborales y en general sobre el rumbo político del país, una formación permanente del activismo y de la base que nos permita avanzar en la organización, la elaboración de propuestas y planes de lucha en función de mandatos de base, la tolerancia a las ideas presentes en el conjunto del campo popular (en oposición a las estructuras verticalistas y burocráticas de todo el sindicalismo), la representación de las minorías y sobre todas las cosas, la no subordinación de la fuerza social construida a un proyecto ajeno a los intereses de la clase trabajadora.

Llamamos a construir juntos un canal de expresión de todos los sectores sindicales que vienen luchando y construyendo desde esta perspectiva. En la medida en que unifiquemos esta alternativa común que abarque a distintas direcciones y representaciones sindicales y agrupaciones de base, habremos dado un paso importante en el camino de construir la perspectiva política y las organizaciones que nuestra clase trabajadora y nuestro pueblo necesitan”.

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