jueves, 30 de abril de 2020

1º DE MAYO: DERROTAR A LA PANDEMIA CON LA ORGANIZACIÓN Y SOLIDARIDAD DE LA CLASE TRABAJADORA


Sin duda, este 1º de mayo no será uno más. La pandemia del COVID 19 ha detonado una crisis económica, social y política a nivel mundial sin antecedentes comparables, con un desplome dramático de las economías, que golpea con gran dureza a cientos de millones de trabajadores y trabajadoras en todo el mundo que ingresan masivamente a una situación de desocupación, pobreza y vulnerabilidad social.
Surgida en China y desplazada luego a Europa, es actualmente en Estados Unidos el epicentro de una pandemia que en su desenvolvimiento deja al desnudo la barbarie del sistema capitalista. A medida que se intensifica la propagación del virus, el capitalismo imperialista expone su naturaleza signada por la concentración de poder en una burguesía que se guía por aumentar la explotación a la clase trabajadora, en búsqueda de maximizar sus ganancias, pasando por encima de la vida de las mayorías populares y la destrucción del medio ambiente.
Nuestra América Latina sufre el impacto del COVID 19 con la triste particularidad de ser el continente más desigual del planeta. Con el negacionismo criminal de Bolsonaro en Brasil como exponente más nítido de la brutalidad neoliberal con tintes fascistas, las escenas de catástrofe social se producen ya en Ecuador y Perú, mientras todo el continente se encuentra a la espera de la explosión inminente de los picos de contagio. Ni siquiera en este contexto el imperialismo yanqui cesa con su bloqueo a Cuba y su asedio a Venezuela, agitando deservergonzadamente una vez más la amenaza de una agresión militar directa.
Ante esta gravísima situación la organización popular busca la forma de darle cauce a la solidaridad de les de abajo. Como corriente político sindical adherimos al llamamiento que numerosas organizaciones compañeras impulsan para este primero de mayo a lo largo de nuestro continente.

Argentina: con hambre, despidos y rebajas de salario no hay cuarentena posible

En nuestro país, el Aislamiento Social, Preventivo y Obligatorio (ASPO) lleva más de 40 días y el objetivo de “aplanar la curva de contagio” viene cumpliéndose hasta el momento, pero en un marco social cada vez más crítico y desigual. En primera línea, los trabajadores y trabajadoras de la salud enfrentan al COVID 19 con escasez de recursos y elementos de prevención (lo que ya se expresa en contagios crecientes); y los resultados que puedan exponerse públicamente son fruto de su labor profesional. Ni héroes ni heroínas, son laburantes en situación de precarización y junto con el reconocimiento social deben mejorarse significativamente todas sus condiciones laborales.
A elles le siguen les trabajadores/as de Niñez, de la educación afectades a la entrega de comida, compañeres de los movimientos territoriales que resuelven cómo enfrentar el hambre en las barriadas más humildes e infinidad de laburantes cuyo trabajo no es esencial pero son obligades a trabajar bajo amenaza de despido.
Que no quepa duda que las y los trabajadores/as somos los principales interesados en cuidar nuestra salud y para ello queremos y necesitamos cumplir un distanciamiento físico en condiciones de dignidad para nuestras familias. Por el contrario, la reacción de los empresarios que cuenta con la complicidad o la impotencia del gobierno (por acción u omisión) es la implementación de despidos, suspensiones, mayor precarización y rebajas de salario.
El más claro ejemplo de esto es la inoperancia para hacer cumplir a las patronales el decreto de prohibición de despidos, expuesta públicamente ante la decisión de Paolo Rocca, hace apenas dos semanas, de dejar a 1500 trabajadores en la calle sin que recaigan sobre él otra cosa que quejas lastimeras de parte del Ejecutivo. Y mientras las cámaras empresariales y los medios hegemónicos de prensa vienen implementando una intensa campaña mediática para impedir el avance de un tímido proyecto oficial de impuesto a las grandes fortunas, la UIA y la burocracia sindical de la CGT, con el auspicio del Ministerio de Trabajo, recortaron el 25% de los salarios de los trabajadores y trabajadoras que resulten suspendidos por la parálisis de sus sectores de actividad.
Más allá de los discursos, mandan los de arriba y mientras los grandes empresarios y banqueros se niegan a poner siquiera una limosna de sus fabulosas ganancias, ¡a las y los laburantes nos meten la mano en los bolsillos bajo la tutela del ministro de Trabajo!
Lo mismo ocurre con los 8 millones de inscriptos e inscriptas para percibir el Ingreso Familiar de Emergencia (IFE) de apenas $10.000, que excluyó inicialmente a otros 3 millones y ni siquiera llegó a los bolsillos aún de una buena parte de las y los anotados. ¡Cuántas IFE podrían pagarse con un impuesto a las grandes fortunas y con los cientos de millones de dólares que se fugaron en el pago de una deuda externa fraudulenta, ilegítima e ilegal!
La cara más cruda de esta cuarentena desigual se vive en los barrios populares, donde las ollas de las organizaciones sociales y de trabajadores desocupades, son el último eslabón de una extensa y solidaria cadena que permite a familias enteras acceder al plato de comida diaria para sobrevivir. Ni que hablar de la imposibilidad de “quedarse en casa” cuando se vive en la calle o lo que prima es el hacinamiento, escasea el acceso a agua potable y brillan por su ausencia las políticas públicas de urbanización en villas y barrios de emergencia.
La situación de hacinamiento de personas encarceladas, que en un 75% cumplen con preventivas en espera de una sentencia también se puso de manifiesto recién cuando ellas mismas hicieron visibles sus condiciones de reclusión, evidenciando también, por un lado, el trato infame del Servicio Penitenciario y por el otro, el oportunismo canallesco de la ultraderecha política y su brazo mediático, decidido a aterrorizar con “sueltas de delincuentes”.
También la violencia machista recrudece en este contexto de aislamientos donde miles de mujeres y disidencias se ven obligadas a convivir con sus agresores y potenciales asesinos, como lo demuestran los femicidios y crímenes de odio de más de 100 mujeres, lesbianas, trans y travestis en lo que va del año. Las respuestas gubernamentales a esta problemática urgente han resultado completamente insuficientes y requieren de políticas efectivas y no de acciones de maquillaje mediático.

No hay ni habrá brazos cruzados

Por historia y experiencia de lucha, está claro que nuestro pueblo trabajador no se va a quedar inmóvil y de brazos cruzados si se ve forzado, cada vez más, a optar entre enfermarse o pasar hambre.
Los y las trabajadoras de la salud están deliberando desde abajo en sus lugares de trabajo cómo tomar en sus manos sus condiciones de trabajo. Su lucha es su esperanza y la nuestra ante la desidia estatal y la codicia empresaria.
En estas semanas algunas luchas lograron hacerse públicas, como la de los obreros del frigorífico Penta en Quilmes (que fueron reprimidos por la policía de Sergio Berni) y la de la fábrica Bed Time en zona norte. Éstas y otras luchas como los y las textiles en Chubut, que se negaron a aceptar la rebaja salarial acordada entre la patronal y la dirigencia sindical entregadora, los mineros en el norte de Neuquén y tantas más son la punta del iceberg que nos muestra la disposición de pelea de la clase trabajadora en Argentina, y la búsqueda de organizarse desde abajo, haciendo frente a la ofensiva patronal y la militarización de las calles y la represión de las fuerzas de seguridad, convertidas en punta de lanza del dispositivo de aislamiento social.
En esta perspectiva, este 1º de mayo la militancia sindical de CPS Rompiendo Cadenas, en numerosas provincias y ciudades de nuestro país, será parte de las acciones de lucha y solidaridad de los distintos sectores de nuestra clase trabajadora que se encuentran en conflicto en defensa del trabajo y el salario; y de las ollas populares que en innumerables barriadas organizarán los movimientos sociales, reafirmando la pertenencia común a nuestra clase obrera que es una y sin fronteras que puedan separarla.
Frente al drama de una pandemia que asola a la humanidad potenciada por la barbarie individualista del capitalismo imperialista, oponemos la solidaridad, fuerza y organización de nuestra clase trabajadora. La salida es colectiva y la construimos las y los de abajo.

- Abajo el acuerdo UIA-CGT: ¡Ningún despido, suspensión ni rebaja de salario!

- Que la cuarentena la paguen los ricos: ¡Por un impuesto a las grandes fortunas!

- ¡Suspensión inmediata de los pagos y desconocimiento de la deuda externa ilegítima, ilegal y fraudulenta! ¡Fuera el FMI!

- Presupuesto para salud, educación, trabajo y vivienda popular, con medidas efectivas para prevenir y apoyar a mujeres y disidencias ante situaciones de violencia de género.

- ¡No a la represión policial! ¡Fuera el Ejército de las calles y barrios!

- ¡Fuera el imperialismo yanqui de América Latina!

Corriente Político Sindical
Rompiendo Cadenas

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